COMO INSTRUMENTO DE AHORRO


Se acaba de celebrar el segundo aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas. En estos dos años, se han producido y se están produciendo una serie de acontecimientos muy diversos, pero con un denominador común: que nada es previsible. Agudizándose esta impresión en el complejo mundo de la economía tanto a escala mundial como local.

Es obvio que nadie, ni siquiera los servicios secretos mejor equipados, previeron que dos aviones harían diana en los dos rascacielos más famosos del mundo. Tampoco los analistas financieros más agudos podían pensar que empresas del tamaño de Enron en USA o algún gigante bancario alemán podían entrar en crisis. En otra dimensión más próxima, parece que los responsables del Banco de España tampoco pudieron o supieron detectar que Eurobank, una entidad supervisada por ellos, hacía aguas por todas partes.

No olvidemos tampoco las inversiones en ladrillos y de las que ya hemos hablado aquí aludiendo a los riesgos serios de una explosión de la burbuja inmobiliaria en España.

TODO PUEDE OCURRIR

El banco, grande o pequeño, puede entrar en dificultades y a lo único que podemos aspirar es a que nos repongan los 20.000 euros que nos garantiza el Fondo de Garantía de Depósitos. La economía mundial puede constiparse por el fracaso de los norteamericanos en Irak o por una simple neumonía que mata a novecientos chinos de los 1.300 millones, más o menos, que viven en la otra punta del planeta.

¿Qué significa todo esto? ¿Qué debemos perder la confianza y meter nuestros ahorros debajo de una piedra? Evidentemente, no. Pero a medida que se socializa la cultura financiera con tendencia especulativa, también debe popularizarse la relación que existe entre Rentabilidad y Riesgo. Y que no sólo se ha de medir el tipo de Activo, sino su Calidad y la Solvencia e Historial de la Compañía que aparece como destino de la inversión. Significa que hoy más que nunca en el mundo y en la realidad financiera internacional o nacional todo puede ocurrir. Que hay activos de inversión que se comportan mejor en plazos cortos, pero que hay otros activos que resisten mejor el paso del tiempo. Y que una entidad seria debe demostrar año tras año su capacidad y su solvencia, porque las familias, además de depositar en ella nuestros dineros, depositamos muchas veces nuestros sueños.

Ante esta suma de incógnitas ¿qué nos queda a los ahorradores de base? En la resolución de las crisis, nadie se pone de acuerdo. Pero, a la hora de prevenir, todos los analistas, economistas o medios de comunicación coinciden: DIVERSIFICAR. Esa es la palabra talismán. Sencillamente no poner todos los huevos en la misma cesta.

Y esta diversificación no quiere decir que si tenemos 60.000 euros para invertir los metamos de 20.000 en 20.000 en tres bancos distintos para poder recuperarlos del Fondo de Garantía de Depósitos, como han dicho algunos sesudos defensores de los inversores de Eurobank. Quiere decir que debemos tender a hacernos una cartera inversora no sólo en productos bancarios o financieros sino en los tres activos inversores. Es decir, en activos financieros sólidos, sí, pero también en inmuebles bien situados y de calidad que resistan las burbujas; y, cómo no, en activos no financieros o bienes de colección de Calidad.

IMITAR A LOS RICOS

No estamos inventando nada. Cualquier académico que quisiera hacer una "historia de la evaluación de las finanzas familiares o personales", concluiría que el ciudadano de a pie ha ido emulando y mimetizando lo que han hecho "los ricos". Y ¿qué han hecho siempre las grandes fortunas y las grandes corporaciones a la hora de invertir?: DIVERSIFICAR en los Tres tipos Activos: Participar o crear poderosos fondos de inversión o carteras financieras equilibradas, adquirir inmuebles con los mejores criterios de calidad y oportunidad, y constituir las mejores colecciones de arte, filatelia, antigüedades, etc. Y, por supuesto, hace falta hacerlo en cada uno de los activos con sus expertos correspondientes.

Hasta hace pocos años la Bolsa era territorio vedado para los más poderosos. Conceptos como warrants, fondos de inversión, futuros-opciones,... sólo se conocían en círculos reducidos a mitad de camino entre lo académico y los gurús del parqué. Sin embargo, hoy la popularización de las inversiones financieras ha ido parejo al desarrollo de la economía mediática. Lo inmobiliario ha traspasado también la frontera de lo exclusivo, y hoy las familias han aprendido a endeudarse con criterio inversor.

Pero, en este cambio de siglo, han sido los Bienes de Colección, y en concreto el arte, la filatelia y la numismática, los que están traspasando ampliamente las barreras sicológicas. Estamos viviendo una época de transición apasionante donde contemplamos en directo el paso de lo exclusivo y lo académico a lo popular:

Han dejado de ser excentricidades o aficiones de magnates para convertirse en activos de inversión. A partir de la subasta de la colección Ferrari después de la 1ª Guerra Mundial, y de las publicaciones de profesores de economía franceses y alemanes, o banqueros italianos a mediados del siglo XX, la Filatelia fue tomando cuerpo como activo de inversión. Las subastas, el mercado internacional, la especialización como brokers y dealers de grandes comerciantes, internet y la aparición de sociedades de inversión están conformando los mimbres de un mercado cada vez más y mejor estructurado.

  • Hoy se desarrolla en las mejores universidades el criterio de valor sólido y seguro para nuestros preciados bienes de colección que denominan académicamente como inversiones alternativas. Y las incluyen decisivamente como una parte complementaria fundamental de cualquier cartera equilibrada.
  • La prensa económica desarrolla reportajes periódicos, y hasta abre secciones fijas con las mejores recomendaciones para este tipo de activos.

Y ésta ha sido la revolución de la economía familiar: endeudarse más por una parte para hacer patrimonio inmobiliario, y detraer una parte de su renta para preparar el futuro cada vez en inversiones más especializadas. Las convulsiones de los últimos años, los escándalos financieros o las guerras, han puesto a prueba a los Tres Activos. Y nuestros queridos bienes de colección han resistido como siempre y como ninguno. Lo que ha contribuido a popularizar su buena fama y a confirmar que los magnates o las grandes corporaciones no se equivocaban al destinar una parte de sus beneficios a los bienes de colección. Eso sí, con criterio de exclusividad y Calidad. Sólo lo bueno y lo más escaso, que es lo que siempre tiene posibilidad de tener valor.

Y AHORA A SISTEMATIZAR

¿De qué se trata, pues, ahora? Se trata de sistematizar esa diversidad de activos inversores. De tener in mente cuando pensemos dónde meter nuestros ahorros o nuestras rentas que debemos colocarlos en los mejores productos de ese trío de bienes de inversión que son los financieros (productos de banca y seguros), inmobiliarios y tangibles. Las grandes fortunas, en su estrategia de diversificación, siempre han "movido" más sus activos financieros, guardando para el futuro o las siguientes generaciones lo que consideraban más sólido: inmuebles y colecciones. Y lo mismo sucedería con nuestra estrategia de finanzas familiares o personales: la diversificación nos permite obtener réditos importantes en productos de más riesgo y acorazarnos en aquellos como los tangibles que, aunque también con importantes rentabilidades, sabemos que son de absoluta garantía como ha quedado demostrado históricamente. En esta línea, destacar que funcionan hace tiempo en el mercado financiero fondos de inversión basados en bienes de colección.

¿Y basta con echar unos fajos aquí, otros allá y los otros en el otro lado? No. Es necesario que las inversiones se hagan siempre con criterios de calidad. Calidad en los blue chips de la Bolsa. Calidad en los inmuebles que compremos, bien situados y, por tanto, más deseables y menos propensos a devaluarse con posibles estadillos de burbujas. Y, por supuesto, algo en lo que insisto siempre, Calidad Lujo en las colecciones que hagamos.

Y como decía Pedro Ayala en el número anterior, "la inversión no tiene futuro si el coleccionismo no va a más". Efectivamente, el gran sostén de la inversión filatélica es el coleccionismo. Esta simbiosis es uno de los motivos por los que a todos, coleccionistas e inversores, nos interesa que las autoridades y las empresas de este mercado ayuden a generar nuevos coleccionistas. El Estado debe hacer más por quienes aportamos una parte importante de sus ingresos extraordinarios con la compra de sellos y monedas. Y no sólo mirando por los coleccionistas, sino también por los aproximadamente 500.000 inversores que en España tienen depositados sus dineritos en bienes de colección.


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