COMO INSTRUMENTO DE INVERSIÓN


La Asociación Mundial para el Desarrollo de la Filatelia, de la cual son miembros la Unión Postal Universal, la Federación Internacional de Filatelia, la Federación Internacional de Asociaciones de Comerciantes (IFSDA), la Asociación Internacional de Periodistas Filatélicos (AIJP) y la Asociación Internacional de Editores de Catálogos (ASCAT), pasó a ser el primer foro mundial dedicado a los intereses del sector filatélico. Las administraciones postales, los coleccionistas y los comerciantes de sellos se unieron, por primera vez, para que la filatelia continúe siendo el mejor de los pasatiempos en el siglo XXI, al igual que lo fue durante la anterior centuria.

Esta Asociación mundial tiene como vocación garantizar el desarrollo, el crecimiento y la prosperidad del coleccionismo de sellos. La mayor parte de sus esfuerzos se destinan a combatir las emisiones fraudulentas o abusivas de muchos defraudadores no capacitados legalmente para ello. Pero también nos ofrece sugerencias y datos interesantes de la situación actual de nuestra afición. De acuerdo con la reciente publicación <> la filatelia, lejos de ser un pasatiempo minoritario, es una actividad que mueve actualmente en todo el mundo cerca de 10.000 millones de dólares, de los cuales 2.000 millones corresponden al mercado primario (las ventas filatélicas de las administraciones postales) y el resto, cerca de 8.000 millones de dólares, al mercado secundario (es decir, las ventas del comercio filatélico, casas de subastas, etc.).

A nadie sorprenderá que el sello, a pesar de sus dimensiones minúsculas y de su textura frágil, mueva tantos intereses en el mundo. Desde los comienzos de la filatelia, se pensaba que el sello nuevo o usado tenía un valor permanente y podía ser objeto de un comercio activo. Esto se debía, como rápidamente se descubrió, a la particular aptitud del sello para no sufrir la erosión de la desvalorización monetaria común a la mayoría de los bienes de consumo. La estrecha relación que existe entre la búsqueda y el precio y su condición de bien con una disponibilidad limitada y sin posibilidad de reproducción convierten al sello, sabiamente escogido, en algo capaz de proporcionar plusvalías a medio y largo plazo. Hasta el punto de que en la filatelia existe una ley implícita: casi todos los sellos, independientemente de los fenómenos de desvalorización de las monedas, han experimentado en el transcurso de los años continuo aumentos de cotización, capaces de asegurar a sus poseedores, en caso de reventa, no sólo la recuperación del dinero invertido en el momento, sino también un beneficio considerable de la cantidad invertida.

El coleccionista

Todo esto es sabido por todos los coleccionistas. El coleccionista de sellos es una persona metódica, ordenada exigente con la calidad y, sobre todo, con un agudo sentido del ahorro. Cuando compra sellos sabe, aunque no lo confiese, que el dinero que está utilizando no supone un gasto, sino una inversión. Y cuando muestra orgulloso su colección, llama la atención, principalmente, sobre aquellas piezas que más se han revalorizado. Por otro lado, muchos coleccionistas tienen piezas repetidas, casi siempre porque las compraron en cantidades superiores a las necesarias, con el fin de venderlas más tarde revalorizadas y utilizando estos recursos para su colección. Esto es también un reconocimiento implícito de la naturaleza del inversor que lo distingue de cualquier coleccionista.

Sin ignorar ni menospreciar sus valores educativos y culturales, la filatelia es, por tanto, un elemento saludable de ahorro e inversión. Su enorme popularidad procede del prestigio del sello como elemento de colección, de su facultad de bien tangible, que debe producir más plusvalías y de su carácter internacional, ya que para él, gracias a su pequeño tamaño y su facilidad para el transporte, no existen fronteras ni limitaciones.

El mercado filatélico

¿Por qué ocurre esto? Los sellos en cierta manera, al igual que las obras de arte, son bienes no reproducibles, ya que existe un número limitado de ejemplares de cada emisión. La búsqueda, por lo tanto, se enfrenta con un mercado en el que la oferta es extremadamente rigurosa. Una vez finalizada la validez postal de un sello, su oferta pasa a ser inmutable. Cuanto más antiguos sean los sellos, los factores de no reproducción y la rareza intrínseca se acentúan, justificándose las cotizaciones, a veces millonarias, que consiguen ciertos sellos.

Alexander Kroo, ex presidente del comité ejecutivo de ASCAT, y actual presidente del «Club de Monte-Carlo de l´Elite de la Philatélite», reconocía en una entrevista que, frente al desgaste de la inflación, el pequeño ahorrador y el inversor recurren al sello. Estas fueron sus palabras «El sello ha sido siempre uno de los bienes refugio por excelencia, siempre que corresponda a los requisitos de calidad, precio y garantía...» Y esto ocurre porque el sello no es un bien de consumo que se destruye, sino que tiene todas las características de un bien de inversión que promete o genera más beneficios.

El sello forma parte también de un mercado, no tan plenamente organizado como la Bolsa de Valores, pero activo y con características propias. Los coleccionistas compran constantemente, proveyéndose de las existencias de los inversores, a través de los comerciantes. Y compran más, cuanto más satisfechos se encuentran en el mundo filatélico. A excepción de casos muy aislados, especulación en algún sello o en períodos determinados, la ley que impera en el mercado filatélico es la de una búsqueda constante o en aumento, contrapuesta a una oferta cada vez menor, por la propia característica limitada del sello.

Pero el mercado no se regula solo. El mercado filatélico se regula fundamentalmente por los precios marcados por los catálogos. Si la concurrencia fuera muy fuerte y desleal, los sellos se venderían a un porcentaje inferior al catálogo, fenómeno común en los países afectados por las crisis filatélicas. Pero en un mercado en condiciones normales de funcionamiento, con una correcta política de precios, el mercado obedece siempre catálogo en sus aumentos periódicos. Hay una ley no escrita, pero dictada por el sentido común, según la cual, a todos - comerciantes, inversores, coleccionistas - les interesa que el mundo filatélico sea animado y discurra por caminos de seriedad y profesionalidad. La mejor política de mercado es aquella que va encaminada a prestigiar el mundo de la filatelia.


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