Este país logró la independencia el 25 de junio de 1991, tras la desintegración de la República Federativa de Yugoslavia. Ocupa un territorio de 56.538 km2 y su población apenas llega a los cinco millones (una cifra similar vive una particular diáspora por todo el mundo).
Croacia se encuentra encajada dentro de la difícil orografía balcánica entre Eslovenia (le separan los ríos Sutla y Kupa), Hungría (río Drava), Serbia–Montenegro (por el Danubio) y Bosnia Herzegovina (río Sava). Su litoral adriático alcanza los 1.778 kilómetros y casi 1.200 islas e islotes de los que sólo 66 están permanentemente habitados. En una de ellas —Korcula— nació el veneciano Marco Polo. La historia de este pequeño país es sumamente compleja. Basta pensar que las fronteras actuales apenas quedaron definidas tras la II Guerra Mundial (prácticamente siempre estuvo sometida a sus vecinos y restos de ese pasado son sus minorías en los diferentes territorios fronterizos).
La región fue ocupada hace miles de años y en 1899 se descubrieron los restos del Homo krapinensis que nos dan un testimonio directo del poblamiento de la zona en el lejano Paleolítico Medio. En las islas de Losinj y Korcula, se han descubierto restos de útiles y herramientas de origen oriental. Los ilirios acaban asentándose en la zona hacia el 1200 a.C. Años después fueron frecuentes las visitas de los griegos que fundaron sus colonias comerciales para traficar con los pueblos ilirios allí asentados. Aunque la topografía actual oculta ese pasado, los nombres originales de Pharos, Issa o Tragyron (actuales Stari Grad, Vis o Trogir) nos demuestran esa lejana influencia helena hace más de 2.000 años. De entonces arrancan también los testimonios históricos de los enfrentamientos bélicos. En el 229 a.C. los griegos de Issa fueron socorridos por Roma ante el constante acoso de los ilirios. Con esta primera guerra documentada, el imperio romano incorporaba la península de Istria a la Italia de la época.
Petar Kresimir IV (1058–74) rompió con Bizancio y fortaleció la autonomía nacional: Croacia conocería su máximo esplendor territorial al anexionarse también algunas de las ciudades dálmatas más pujantes (la actual Biograd na Moru, más conocida por Zara). Petar acabó siendo asesinado en 1089 y la guerra civil subsiguiente acabó significando la definitiva caída del reino croata que pasó a quedar vinculado en su destino histórico a los del pueblo húngaro; la presencia de los turcos por la zona vino a complicar el difícil tablero de ajedrez que se daba en una región que, a la postre, servía de frontera entre oriente y occidente. Un caso de inigualable interés histórico y social lo tenemos en Dubrovnik (antigua Ragusa) que daría para escribir decenas de páginas. Venecianos, florentinos y barceloneses tuvieron aquí sus colonias comerciales y la zona era considerada de una importancia vital para el comercio de la Edad Media.
Los turcos iniciaron el repliegue en el XVII, entonces Viena intentó limitar los derechos nacionales de croatas y húngaros (pretendieron convertir sus territorios en meras provincias) y los nobles de ambas naciones se resistieron e iniciaron un movimiento independentista (1664–71) que fracasó; entonces fueron ejecutados los líderes Petar Zrinski y Fran Krsto Frankopan (ambos han sido filatelizados). Napoleón sería el siguiente personaje importante en la región ya que constituyó, en 1809, las llamadas Provincias Ilíricas y, hacia 1830, los croatas inician un abanico de derechos que acaban forjando un compacto sentimiento identitario liderado por Ljudevit Gaj, la capitalidad se instala en Zagreb y nace el denominado Renacimiento Nacional Croata. El parlamento húngaro trató de frenar las exigencias croatas en 1848 pero, el Sabor croata (parlamento) declaró la separación y proclamó virrey al coronel Josip Jelacic (también filatelizado). El Sabor fue disuelto en 1861.
Sería en 1939 cuando acabarán perfilándose las fronteras croatas actuales. En ese año se restaura el Sabor y la zona alcanza el estatus de región autónoma dentro de Yugoslavia. Con la II Guerra Mundial hace su aparición un siniestro personaje: Ante Pavelic, que impuso el exterminio o solución final y Croacia conoce las páginas más tristes de su historia con los famosos ustashis (intransigentes) como ejecutores de las terribles hazañas. Los historiadores hablan de miles de ejecutados y a los ultranacionalistas católicos de Pavelic, tendríamos que sumar el resto de actos provocados por los monárquicos (los guerrilleros chetniks) y los partisanos que lideraba el croata Josip Broz «Tito» (nació en 1892 en la aldea de Kumrovec).
La perestroika de Mikhail Gorbachov, la caída del Muro de Berlín y otros acontecimientos políticos a finales de los ochenta alentaron las alas a la libertad. En 1989 Franjo Tudjman fundaba la Hrvadtska Demokratska Zajednica (HDZ, Unión Demócrata Croata), la fuerza mayoritaria en las elecciones de la primavera de 1990, que pretendía recuperar el Sabor. En mayo de 1991 se realiza el referéndum por la autodeterminación que recibe el apoyo del 94% de los votantes y se proclama la República de Croacia el 25 de junio de 1991. Apenas dos meses más tarde estallaba, una vez más, una sangrienta guerra en su
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territorio. La destrucción del acervo cultural fue escandalosa: en las postrimerías del siglo XX, la vieja Europa asistía, sorprendida, a la destrucción masiva de los centros de culto de Osijek, Vukovar, Dubrovnik, etc. El fantasma del pasado volvía a planear sobre Croacia con inusitada fuerza.
Los conflictos bélicos dieron lugar, durante el XIX y XX, a una diáspora que se cifra en casi cuatro millones de croatas esparcidos por el mundo. La colonia más importante es la de América del Norte con casi millón y medio.
Historia Postal y Filatélica
Fue a comienzos del XIX cuando el nombre de Croacia comenzaba a escribirse con fuerza en revistas políticas y literarias, folletos, catálogos, manifiestos... Fue una época en la que el Renacimiento Nacional florece y las comunicaciones personales adquieren una importancia vital. Ello hará que aumente el flujo postal entre particulares y llega la Revolución de 1848 que pone en manos del gobernador Josip Jelacic Buzimski (1801–1859) la renovación postal que realizará la administración austríaca.
Fruto de esa reforma es la creación de la primera Administración de Correos en Croacia con sede en Zagreb. Fue tal el éxito de la actuación reformadora del gobernador, que poco después escribía Bogoslav Sulek en Slavenki jug. «El gran mérito de Jelacic fue dotar a nuestra patria de la más extensa red postal de toda su historia». Al constituirse la Administración Superior de Correos de Croacia y Eslavonia, ésta fue independiente de las administraciones de Viena y Budapest (las potencias hegemónicas de la época en la región balcánica) y sólo seguía las instrucciones de Jelacic y su consejo asesor. Esta independencia postal, de hecho, apenas duró unos meses y el 11 de abril de 1849 todas las actividades de los servicios de correos en la zona croata pasaron a depender del Ministerio de Comercio y Artesanía en Viena; todo el correo de Croacia, Eslavonia, Frontera Militar y Dalmacia quedaba encuadrado bajo una única administración postal, la del imperio austro–húngaro.
En 1850 las 19 rutas postales se transformaron y pasaron a operar con diligencias tiradas por caballos: se admite correo y pasaje para las rutas postales oficiales. Las primeras marcas descubiertas por los historiadores postales en Croacia hacen su aparición en la segunda mitad del XVIII y en el XIX aparece la célebre reforma postal británica de la mano de Sir Rowland Hill. En Croacia, tras la revolución de 1848, la reforma postal es ejecutada por la monarquía austríaca y serán éstos los sellos que comienzan a emplearse en el territorio tras la emisión, el 1 de junio de 1850, del primer sello austríaco.
Mientras tanto la prensa de la región se había venido haciendo eco del nacimiento del sello que se mencionaba con los vocablos «bula» o «stempel» y posteriormente «biljeg» o «pismovni biljeg». Los sellos de esta época se realizaron mediante la técnica de grabado en acero por Hermann Tautenhayn en la Imprenta Estatal de Viena.
La primera emisión fue de cinco valores, cada uno de ellos en diferente color, y estuvieron en circulación del 1 de junio de 1850 al 1 de junio de 1867 en todo el territorio de la monarquía. Esta primera emisión es, entre todos los aficionados croatas, una de las más apasionantes para el estudio de su historia postal.
La siguiente etapa será de 1871 a 1918 en la que Croacia pasa a emplear los sellos de Hungría. Al finalizar este período quedará el territorio incorporado a Yugoslavia y utilizará los sellos de este país, excepto en el corto período de independencia entre 1941–1945 cuando aparecen los primeros signos postales propios. Inicialmente con una sobrecarga en la emisión yugoslava de 1939–40 dedicada al rey Pedro con la inscripción «NEZAVISNA DRZAVA HRVATSKA» (Estado Independiente Croata). En 1941/43 aparecería una serie dedicada a paisajes y monumentos con 21 valores que constituyen una verdadera obra de arte en los sellos de aquella época y toda una lección de historia sobre el territorio, con paisajes o motivos de Ozalj, Jaice, Varazdin, Velebit, Zelenjak, Zagreb, Osijek, Trakoscan, Drina, Neretva, Konjic, Zemun, Dubrovnik, Saba, Sarajevo, Plitvice, Split, Veliki Tabor, Hvar, Srijem, Senj y Banja Luka.
Algunos de los motivos y personajes de esta época serían recuperados, con diseños actualizados, tras la declaración de independencia de 1991. Algunos ejemplos de la calidad artística de las emisiones de Croacia ilustran el presente artículo y dará a los aficionados una idea de la calidad artística de esta joven administración postal. Creemos que son de las mejores emisiones de todo el continente y sus tiradas sumamente ajustadas a la realidad de su mercado postal que goza de una alta calidad y fiabilidad entre los usuarios; dentro de los parámetros europeos es también uno de los servicios postales públicos más efectivos.
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