El Estado de la
Ciudad del Vaticano se encuentra al
noroeste de Roma, la capital italiana, y
ocupa un recinto amurallado de apenas
medio kilómetro cuadrado de extensión,
lo que le convierte en el estado
independiente más pequeño del mundo.
Fuera de este recinto se encuentran
algunas iglesias y palacios que también
forman parte del Estado de la Ciudad del
Vaticano: las basílicas de Santa María
la Mayor, San Juan de Letrán (catedral
de Roma) y San Pablo Extramuros, y los
palacios de Letrán y Castelgandolfo
(este último residencia estival del Papa
y a poca distancia de Roma).
Tiene
aproximadamente mil habitantes (de los
que quinientos ni siquiera son
residentes), nunciaturas apostólicas
extendidas por todo el mundo, tres mil
diócesis y más de diez millones de
visitantes al año. La Guardia Suiza, el
legendario cuerpo militar fundado por
Sixto IV en 1478, vela por la seguridad
del Papa las veinticuatro horas del día.
Son fácilmente reconocibles por el
colorido de los uniformes que lucen,
diseñados por Miguel Ángel.
Este
territorio al oeste del río Tiber era
conocido en la antigüedad como el Ager
Vaticanus. Su origen no está claro,
aunque algunos dicen que viene de un
antiguo pueblo etrusco llamado Vaticum.
Esta zona no era parte de la antigua Roma
ni estaba dentro de las murallas de la
ciudad construidas por el emperador
Aureliano. Partes del Vaticano eran
tierras pantanosas e inhóspitas. Los
etruscos fueron sometidos a Roma en la
batalla de Veyes (396 a.C.). Cuando el
Apóstol Pedro llegó a Roma, el Ager
Vaticanus había sido incluido por el
emperador Augusto en la reorganización
de la ciudad.
Los papas
pasaron a ser los gobernantes de la
ciudad de Roma y de las zonas
circundantes hacia el siglo VI. Este
dominio fue oficialmente cedido al papa
Esteban II por Pipino el Breve, rey de
los francos en 756, como agradecimiento
por haberle nombrado Rey. A través de
diversas donaciones, adquisiciones y
conquistas, sus posesiones se fueron
ampliando, recibiendo en conjunto la
denominación de Patrimonio de San Pedro.
De esta forma, los Estados Pontificios
llegaron a abarcar prácticamente toda la
zona central de Italia, alcanzando su
mayor extensión en el siglo XVI. La
mayor parte de las anexiones se
mantuvieron bajo el poder del papado
hasta 1797, año en que las tropas
francesas de Napoleón Bonaparte se
apoderaron de este territorio, creando la
República Romana. En 1801 el Papa Pio
VII recuperó parte de su poder y, en
1815, el Congreso de Viena restituyó
casi todas sus antiguas posesiones al
Papado y mantuvo esta zona bajo la
protección de Austria.
Los
Estados Pontificios se disolvieron
definitivamente en 1870, cuando Victor
Manuel II los anexionó al reino
unificado de Italia, incluida Roma. La
jurisdicción del papado quedó reducida
al Vaticano, en el que cada uno de los
sucesivos papas permaneció como
prisionero voluntario en protesta por la
ocupación italiana hasta 1929 cuando, en
virtud del Tratado de Letrán, suscrito
entre la Santa Sede y el Reino de Italia,
se reconoce la soberanía y personalidad
jurídicointernacional del Estado
de la Ciudad del Vaticano, que se
configura como un ente distinto a la
Santa Sede: ésta es el órgano de
gobierno de la Iglesia Católica, y
aquél el territorio físico sobre el que
se ejerce ese gobierno. Se logró así la
consolidación de la autoridad política
del Papa.
El
mecenazgo papal a lo largo de los siglos,
y sobre todo durante el Renacimiento,
convirtió al Vaticano en uno de los más
importantes centros culturales del mundo.
La cantidad de tesoros artísticos que
alberga en sus palacios e iglesias es
innumerable. En arquitectura destaca la
colosal Basílica de San Pedro. Al lado
se hallan los Palacios Vaticanos,
también conocidos como Palacio Papal, en
los que se encuentra la célebre Capilla
Sixtina, decorada con frescos de Miguel
Angel, Boticelli, Perugino y otros
artistas del Renacimiento, y las
estancias de Rafael, llamadas así por
las pinturas murales del artista. Otras
pinturas y esculturas universalmente
conocidas se conservan en las galerías
de arte y museos vaticanos. Merece
también mención la Biblioteca Vaticana,
en la que se conserva una colección de
antiguos manuscritos y más de un millón
de volúmenes.
Con todo
esto, no es de extrañar que en 1984 la
UNESCO declarase el conjunto del Estado
Vaticano como Patrimonio Artístico
Mundial.
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HISTORIA
POSTAL
El Estado
Pontificio introduce los sellos y las
tarifas uniformes el 1 de enero de 1852.
El servicio postal se consideraba de
máxima importancia y era muy eficiente.
Pio IX, en un período en el que se
discutía mucho acerca de los poderes
temporales del Papa, no quiso que su
retrato apareciese en los sellos, sino
que fuese sustituido por el símbolo del
poder del papado. Por ello, quizá,
aquellas emisiones pontificias son un
poco monótonas en el diseño, salvo por
los cambios en la composición del marco.
Como
consecuencia del Tratado de Letrán, la
Ciudad del Vaticano es reconocida como
estado independiente y, por tanto, puede
tener servicios postales propios. El
Estado de la Ciudad del Vaticano se une a
la UPU a partir del 1 de junio de 1929,
mientras el gobierno italiano le provee
de personal y material para la
constitución de los servicios.
El 29 de
julio de 1929 concluyó una convención
entre el Vaticano y el estado italiano
para la ejecución de los servicios
postales. La activación de los mismos se
estableció por Ordenanza VIII del 30 de
julio de 1929, para iniciarse a partir
del 1 de agosto siguiente.
La primera
serie presenta el retrato del pontífice
que, por aquel entonces, era Pio XI. La
primera emisión conmemorativa se llevó
a cabo con motivo de la celebración del
Año Santo de 1933. Al año siguiente
aparecería la serie denominada
«Provisoria», la más rara de entre las
de Vaticano, con algunos modelos de uso
corriente sobreimpresos con un valor
distinto para adecuarlos al nuevo cambio
en las tarifas postales. Esta serie es
tan apreciable como la que se realizó
con ocasión del Congreso Jurídico
Internacional celebrado en 1935, o la que
tuvo por tema la Exposición Mundial de
la Prensa Católica, en el año 1936, o
como la que en 1938 se emitiera con
motivo de la celebración del Congreso
Internacional de Arqueología Cristiana.
En 1939,
tras la muerte de Pio XI, resultó
elegido pontífice el Cardenal Eugenio
Pacelli, quien escogió el nombre de Pio
XII. Este hombre habría de ser el Papa
de los años difíciles de la Segunda
Guerra Mundial; bajo su pontificado se
emitieron algunas de las series vaticanas
más bonitas, muchas de las cuales
estuvieron al cuidado de la miniaturista
polaca Casimira Dabrowska.
Después
de Pio XII, el papado de Juan XXIII vio
también numerosas series, algunas de las
cuales son muy interesantes, y Pablo VI
otorgó un impulso notable a la filatelia
vaticana. Juan Pablo II está obteniendo,
incluso en el plano filatélico, un
éxito personal, como lo demuestran los
sellos, sobres y marcas postales que se
le están dedicando, en especial con
ocasión de sus prolongados viajes, muy
numerosos, a todos los rincones de la
tierra.
Todas las
emisiones vaticanas se establecen a
través de Ordenanzas y son publicadas en
el «Acta Apostolicae Sedis», una
especie de gaceta oficial de la Santa
Sede. Tanto las Ordenanzas como las
Actas, constituyen también un objeto de
coleccionismo y tienen un particular
interés filatélico.
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