efinir el coleccionismo como
un acto social más del ser humano dejaría el concepto en algo liviano y superficial. Evidentemente, el
coleccionismo, en su concepción más pragmática, es la acción humana de reunir cosas que,
presentando alguna diferencia entre si, tienen un algo en común.
Pero esto es meramente un tecnicismo que identifica una acción instintiva que acompaña al ser
humano desde sus orígenes. Se dice que ya, desde pequeños, se tiene la tendencia a coleccionar: de forma
manifiesta, existe en todo los niños la inclinación a coleccionar, acaso por mimetismo, acaso por
emulación o por vanidad... coleccionar monedas, sellos, cromos, bolas, calendarios, póster, llaveros, etc.
Esta tendencia, -innata en todos los hombres, pero que no condiciona en absoluto el proceder humano-, en algunos
se apaga apenas traspasan la adolescencia, pero en otros se mantiene, y hasta se acrecienta en sus años
postreros!
Por eso, se ha llegado a decir que el ser humano nace con la tendencia o inclinación a coleccionar.
La gente habla de su colección de libros, de medallas, de almanaques, de postales, de sellos, de monedas,
etc., como de un conjunto de cosas que han ido reuniendo con el paso del tiempo, y que han ordenado debidamente para
mostrar a sus amigos y parientes, un logro de su paciencia, de su pericia y de su sagacidad.
Sin embargo, el coleccionismo es mucho más. El afán del hombre en su vida es el encontrarse
consigo mismo, el definirse como individuo, el autor realizarse, y para ello precisa descubrir cómo es,
cómo funciona y cómo debe funcionar para ser él mismo. El hombre no es una máquina ni una
pieza más de un engranaje impersonal o ausente, aunque lamentablemente durante la mayoría de los años
de su vida funciona como tal. El hombre busca vías de escape que le revelen cuáles son las claves de su
conciencia, y cómo ir a su yo interno.
El coleccionismo es un acto de búsqueda de ese yo perdido en el fragor de las máquinas, de los
ordenadores, de la monotonía del trabajo, etc., con consecuencias internas y externas inconmensurables.
Esta inclinación tal vez se deba a la necesidad que todo ser humano tiene de reconocimiento de su
individualidad, y del sentido de logro que se tiene al poseer algo singular, algo único, o a la satisfacción
de completar una serie de piezas que forman un conjunto, sobre todo cuando tal logro tiene cierta dificultad. Este logro
realza a la persona a una posición particular de identidad, y la coloca en un sitio elevado, donde acude la vista
del iniciado en busca de consejo y ayuda. Es, como haber llegado a la meta antes que los demás. En el fondo, es un
acto de autorrealización en este masificado mundo que nos relega a un número, una tarjeta de crédito
y una ficha de entrada y salida.
Otros afirman que el coleccionismo nace de la necesidad de las personas de rodearse de cosas bellas. Tan pronto
como quedan satisfechas las necesidades primordiales de la vida, el ser humano busca un elemento cultural que cubra su
necesidad vital de existencia: el dar sentido a la vida, y lo hace por medio de crear o rodearse de obras de arte. Si
carece de genio para crearlas trata de coleccionarlas.
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